Cierro los ojos, ¡oh mi amor, te miro!
Entre los recuerdos de caducas nirvanas
el corazón trémulo tantea tu boca,
lenguas que reptaron entre las musas.
Todo era una oda lianta de tantos versos.
La noche y su luna, el faro y su abismo
gaviotas tribales, isla cercana y perdida.
Los silencios erigieron otro idioma
donde las pieles cantan, danzan, se atropellan.
La isla se desmembró, esparció sus flores
entre nuestros dedos amantes.
Algunas de sus piedras dibujaron
nuestras manos de aquella noche.
Tu isla sabe a ti, tú la palpitas a lo lejos,
elijo mi bella sirena, le regalo mis piernas,
ella camina a tu lado.
En la cruz de tus brazos prendida,
prendida llevas,
tu isla por siempre.
prendida llevas,
tu isla por siempre.