domingo, 23 de agosto de 2015

La verdad de los abismos.




"... te pareces al mundo en su actitud de entrega..."
(Original de Pablo Neruda "Veinte poemas de amor y una canción desesperada)



¿Te llegó aquella mujer real?
¿Aquellos ojos que hablaban
lo que tú callabas?

¿Sientes que una mujer
no es un rechazo,
apenas un fracaso?

¿Prefieres cobijarte
en una concha hueca,
a ser libre en sus brazos?

Pudiste besar su cuerpo.
¿Y tus labios, dónde estaban?

¿Demasiado vacío por llenar, 
piel por escribir?
¿No sabes como amarla
sin poseer su vuelo?

¿No es esa la verdad
que te falta?


"... Pero cae la hora de la venganza, y te (...)"
amo..."
(Pablo Neruda)


Galerna VI





Cuando ya todos habían encontrado un lugar alejado de las fauces de la galerna, arañado las luces de todos los faros que ella había apagado en una ráfaga vehemente. Cuando no amenazaba con volver a lo alto para volver a caer como una lluvia de hielo. Cuando todos los barcos que sobrevivieron alcanzaban cualquier puerto, los que no pudieron llegar a tierra firme se agarraron a la misma fuerza encontrada en la galerna, cuando todos ya deseaban recuperar el aliento de vida alejados de ella y de sus ojos...




El gemido sabe a sal y a madrugada
quiero olvidar mi pasado inmediato,
olvidar que soy capaz de tanto dolor.
Pudor sostenido entre las noches
fiebre de insomnio sin consuelo.
Soy la piel mudada de serpiente
con todo el veneno depurado.
He roto tu acomodado presente
la ilusión de tenerme suspendida
entre los cuadros de tu vida.
Quiero sacudirme el horror 
de mi propio grito a tu nada.
Lavarme del odio de un mundo 
al que no pertenezco.
Quiero limpiarme de tus manos
y también de las mías 
cuando tocaron tus miedos.
Me quiero lejos del dolor 
que hoy veo.



Ella ya descansa alejándose con la marea del lugar donde flotan los recuerdos vanos y deslucidos. Navega sin brújula, no elige los vientos que la viajen a cualquier destino, se va entre las corrientes de unos sueños renovados, herida en su propia lid con los mundos que no cabían en el universo de sus afanados lugares de luces, aquellos faros limpios de espectros vivientes. Llenos de otros horizontes dorados, llegará a ellos suspendida entre las mareas, parecerá desfallecida entre las manos de la noche, despertará más bella y más radiante en otro horizonte con otros faros que se apagan con el sol y también sobre la arena, castillos de conchas y cristales de colores. Victoriosa la mujer recorre su cuerpo en una inquietante caricia de ternura. Feliz la niña en un faro sin rincones donde llorar.




Galerna V





Todo a su alrededor era un desbroce de almas y de momentos que comenzaban a carecer de memoria. Aquella mujer había desequilibrado su ordenado mundo para caer en su propio universo a manos llenas, aprendió a sacar de su memoria aquellas evidencias que se habían vivido de prestado. Algunos momentos se afanaban a pequeños asideros que no sostenían absolutamente nada, ella a veces podía ser tan destructiva que también había roto todos los agarraderos que la pudieran retornar a momentos pasados con las mismas personas. 



Tiembla el pulso en un instante
lo que tanto amé a la deriva.
Los momentos amarrados 
a emociones secas se quiebran.
Los ojos y sus pupilas vacías,
vacías mis manos de asideros 
para no salvar almas, 
que me aman todavía.
Todo el horizonte de gris
de maderas rotas 
de harapientos encajes.
Te amo y no te amo a ti, 
entre las aguas que hoy maldigo,
entre los abismos pasados
donde zozobraron mis senos
y mis caderas sin cobijo.
Todo es húmedo ahora 
que ya no lloro tu ausencia.
Todo huele a muerte o a dolor
a muerte en vida
a crisis resuelta.
Agujero negro vacío de colores
matices que sólo yo pinto.
Y todo está roto detrás de mis pasos
sin importarme ya,
 tu único llanto.



Era todo tan desolador a su salida del viejo mundo, era todo tan denso a la entrada de ese espacio deseado, había sido todo tan hermoso cuando lo soñó que ahora mientras observaba todo lo que allí decaía tras su arremetida de vida, no sabía cuánto devastador podía ser el sueño del pasado, lo necesario, lo clamado a los abismos, a todos los faros que la habitaron. Aquella caída no era para su ser el acto por excelencia, no la convertía en la más hermosa y más humana, para todo lo que allí se quebraba la hacía el ser más rabioso de los todos los odios, esa era ella odio a corto plazo y preciosos recuerdos para toda la vida. Así era ella para llegar a su ansiado equilibrio, antes sometía al mundo al peor de los "anticosmos"





sábado, 22 de agosto de 2015

Galerna IV




Sin vuelta atrás caían sus actos como veredictos, como la galerna se precipita tras alcanzar su momento álgido en la ola. Todos los vientos parecían adueñarse de su ímpetu, todos los anhelos la empujaban a un vacío lleno de amor por ella misma. En esa caída no había más infortunio que el no asumido por quienes creían amarla, pero siempre era un afán de posesión el que albergaba la vida de aquella mujer por quienes decían quererla.


Ingrávido mi aliento gira entorno a la nada.
Un pasado tan lejano en el espacio,
tan cercano en el tiempo.
A veces un instante alberga tantas emociones.
Estoy cayendo y no puedo verte ya.
Me precipito en mi propia risa 
también en mi llanto de dolor.



Sus voces ausentes de silencios, el mundo que la admiraba ahora la odiaba, ella había sido la brújula, el timón de muchas vidas sin resolver, ahora aquellas mismas vidas se podían mirar en el espejo de sus propios fantasmas, sin aquella mujer todo era un caos, pero con ella precipitándose todo parecían un verdadero infierno. Tanta libertad desde sus senos era un verdadero insulto al resto del mundo.


Ella cae como caen las montañas
al mar.
Ella cae como cae el propio océano
sobres sus propias aguas.
Ella cae como lo hacen los puños
de la rabia.
Ella cae como las olas lo hacen 
sobre los cabos.
Ella cae victoriosa, 
descarada, 
herida, 
colmada, 
enamorada, 
de ella misma.


lunes, 17 de agosto de 2015

GALERNA III





Encuentra su latido retenido a la espera de caer en el tiempo, cuenta los pulsados del corazón y amaña su particular reloj sin arena. Desde arriba, su momento nauseabundo sin vuelta atrás y sin poder parar más momentos que caer en un vértigo a la libertad de su feminidad.
El sol ya no asoma en el  horizonte de ella y el resto del mundo con sus vidas anudadas perfilan la altura con las bocas exalando gritos de frustración, su pasado ya no puede transformarse, la puertas a la espera de cerrar para dejar el silencio intacto.

Te miro desde arriba a tus ojos abiertos
sabes que luego me iré.
El horizonte se queda tras de mí
huérfano de amanecer.
Me trago todas las luces de los hombres
no quiero ver dónde caeré.
Soy casi libre.

Aquellos que no huyeron los arrastra entre los dedos y sus brazos de viento. Ella no ama a nadie, no teme a nadie, no quiere amanecer en el mismo lugar con las mismas luces. Despliega todos los temporales de abismos ciegos. Se cae entre su delirio de dolor y se vierte su propia alma infinita despeñando las promesas.

Caeré entre tus sueños sin romper.
Quebraré todos los lechos sin dormir.
Rasgaré todas las sábanas frías.
Ahogaré todos los gemidos fingidos.
Caeré sin piedad.

GALERNA II




Todos los momentos febriles juntos pendían de su aliento retenido, unos pulmones saturados de situaciones densas, su corazón en silencio comenzaba a soñar con el huracanado momento por salir del pecho de aquella mujer. Como el fuerte viento del oeste amenaza a lo lejos con entrar en el mar. La vehemencia de sus caderas y de unos senos ahogados la transforman en la más gigante de las almas, sin niñas que acunar y sin pasado que considerar, contiene el aliento para impulsar su llanto ahogado hacía un cielo gris que engulle los últimos rayos de sol.

Aprieto los escollos en mis labios arrugados.
Miro el cielo y no quiero ver el sol.
Quiero otra realidad más en la sombra.
Mi mente arremolina todos los momentos
 que fui callando hasta casi morir.


Como si llegara a la cima vulnerada del abismo, reptando como una criatura misteriosa al caer el día, recorre su propio cuerpo buscando el vértigo al que ganar el espacio. Pero aún puede consumar su fuerza subiendo más arriba, más arriba antes de caer y antes de adentrarse en su vida y las vidas que le rodean, como la galerna se adentra en el mar, todavía sube en su intento de engullir todos los miedos y todos los rayos de sol.

Y entran los barcos en el puerto 
a las prisas llevan los rayos de sol
enganchados en sus velas por guardar.
Más allá del faro la dama gris respira. 
Vive, despierta, crece, se hace diosa.





domingo, 16 de agosto de 2015

Galerna I



Lugares, momentos que engendran los temporales más imbatibles, al filo de una caída al vacío, aquella mujer tenía el don de crecerse ante las miserias y los miedos de todos quienes la miraban, algunos osaban por irrumpir en su corazón. La galerna traía todos los temporales amainados en su manga y todos a la vez los desplegaba al irse.



Soy
la rueda más grande de tu pórtico.
Aquello
que dibujas en mi piel,
 señalas en mi alma. 
Tras el cristal del viejo reloj
soy el cuco de esas horas.
Antes no existías,
mi pasado tampoco 
desde que llegaste a mí. 
Las horas de tu espacio
se miren en mis pupilas,
hasta ellas están tus jaulas. 
Sé que te enredas en mí,
te aletargas en mi grito mullido. 
Cuando te vi te toqué.
Me deseaste.
Y me hiciste más grande 
para hacerme tuya.



lunes, 10 de agosto de 2015

Luz de todos los abismos




“...
Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en el cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio
(Neruda)
...”

Recordaba las miles de historias que tejía en sus anhelos, soñaba en ocasiones despierta con diálogos que lanzaba al aire, construidos desde el corazón, sin referencia alguna a las relaciones que hasta ahora habían pretendido tocar su corazón. Incluso ponía voz a unos diálogos inciertos. Auténticos órdagos que lanzaba a la nada o tal vez a todo.

 -   ¿Has contemplado el mar en temporal,  en una noche sin luna y toda la oscuridad que el día rechaza. Cuándo no puedes ver las olas que rompen en las rocas, sintiendo su fuerza más en los pies que en las pupilas?

    - ¿Dónde estuviste en esas noches dónde yo corría cerca del mar, cuándo la tempestad era más arrojada y se llevaba todos mis naufragios?

- Te esperé tantas veces junto a él. Hubiésemos compartido nuestro silencio cuando las olas con más ruido hubiesen hablado por nosotros. Hubieses tenido mi cuerpo “en la cruz de tus brazos”, bebido la ternura de mis labios, o en las otras noches, cuando el mar callaba y a penas su murmullo nos hubiese reclamado gemidos de deseo.

Como en un delirio, mezclaba sus cuentos de niña, se embriagaba de una maraña de momentos, la niña huérfana de ternura o la mujer sometida a una sociedad que le mutilaba las fantasías.
Recordaba entonces los cuentos de niña que solía inventar mientras se asomaba al mar.
"¿Sabes que el mar esconde un secreto? Una noche de gran tormenta, donde no ves nada, solo oyes bramidos y sientes la lluvia. Un rayo se metió en el mar iluminando toda la inmensidad de sal, fue tan hermoso que me quedé hasta que amaneció, profanando así su gran verdad. El sol sale del las profundidades y así supe que las tempestades suceden cuando las olas atrapan al sol, ellas temen a la oscuridad de sus noches sin luna. Fue entonces cuando arrojé mi secreto al mar. Él no puede vivir sin un enigma en los abismos, ..."


...
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
(Neruda)

    - ¿Me dejabas marchar sola, por qué no me retuviste o viniste conmigo?
  
en la cruz de tus brazos
(Neruda)