sábado, 22 de agosto de 2015

Galerna IV




Sin vuelta atrás caían sus actos como veredictos, como la galerna se precipita tras alcanzar su momento álgido en la ola. Todos los vientos parecían adueñarse de su ímpetu, todos los anhelos la empujaban a un vacío lleno de amor por ella misma. En esa caída no había más infortunio que el no asumido por quienes creían amarla, pero siempre era un afán de posesión el que albergaba la vida de aquella mujer por quienes decían quererla.


Ingrávido mi aliento gira entorno a la nada.
Un pasado tan lejano en el espacio,
tan cercano en el tiempo.
A veces un instante alberga tantas emociones.
Estoy cayendo y no puedo verte ya.
Me precipito en mi propia risa 
también en mi llanto de dolor.



Sus voces ausentes de silencios, el mundo que la admiraba ahora la odiaba, ella había sido la brújula, el timón de muchas vidas sin resolver, ahora aquellas mismas vidas se podían mirar en el espejo de sus propios fantasmas, sin aquella mujer todo era un caos, pero con ella precipitándose todo parecían un verdadero infierno. Tanta libertad desde sus senos era un verdadero insulto al resto del mundo.


Ella cae como caen las montañas
al mar.
Ella cae como cae el propio océano
sobres sus propias aguas.
Ella cae como lo hacen los puños
de la rabia.
Ella cae como las olas lo hacen 
sobre los cabos.
Ella cae victoriosa, 
descarada, 
herida, 
colmada, 
enamorada, 
de ella misma.


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