sábado, 30 de abril de 2016

Sueños al despertar





Soñé las luces del sol, 
también la de estrellas
rutilantes.
Fatua la noche sin ellas.
Ruge de luz el farol,
meditante.

La luna luce de charol, 
soledad sin huellas
sin amante.
Con todos mis espantos,
soñé cayendo al crisol
de gigantes.

Bebo el ebrio desamor
en las noches eternas
sin sueños de olor,
alejada.

Soñé sobre lucernas
la luz de tu velador.
Mi candela interna 
despertada.

domingo, 10 de abril de 2016

LAS ASIGNACIONES DE VALKIRIA. Latitudes en tu Piel.






Fragmentos. 
Capítulo Las asignaciones de Valkiria
Libro
Latitudes en tu Piel 
(2ª parte de La Galerna del Sur)



(...)

Giuseppe se acercó a ella, la besó en los labios. Pude leer y también envidiar a ese hombre.

“Los labios de Giuseppe erizaron mis pezones y a una mujer convencida de que la piel es el mejor lugar donde atrapar la vida”

Ángela deseaba sentirse libre y para ello la vida le había enseñado que sola era la mejor manera, aunque más tarde pude contemplar que la vida no fue su escuela, ella misma decidió apartarse del mundo. La niña había sido una y otra vez retada y creció tan débil que dio a luz a una mujer más fuerte que los desfiladeros visitados ausente de toda humanidad. Ahora en ese trayecto de soledad, en esos pasos andados, en esos descansos al otro lado del camino, supo que la vida la estaba esperando. Ángela era capaz de retar al depredador más voraz que existe, el tiempo. Todavía el movimiento del mundo le deparaba algo que no buscaba, que no deseaba o al menos así pretendía que fuese. Aquella mujer me iba mostrando que luchaba contra su propia sensación de sentirse viva hacia el mundo exterior. 
(...)

(...)

Aquella velada fue para Ángela un momento donde abrió su peculiar caja de pandora, aparentemente daba a conocer unos hechos que podían ser superados por Giuseppe, pero mucho me temo que en aquella singular caja de pandora, además de esperanza había sueños de soledad que se habían convertido en un retiro reparador, tanto, que para ella era el único paraíso posible.

-          Dime qué quieres saber de mí Giusseppe.
Él la miró con toda la ternura que podía expresar y mientras cogía su mano, apretaba con cuidado sus dedos.

-          Por qué una mujer como tú está sola lejos del amor, porque si hablo de mí, yo haría todo por estar a tu lado, poderte amar.

Mientras ella se liberaba de la mano que la acariciaba para jugar con la servilleta.

-          A ver, porque hay una parte de mí que no puede ser de nadie, esto me ha traído tantos problemas. La mayoría de las veces aquello que tanto fascina se convierte en una trampa para mí misma. Cuando tratan de ocultar algo valioso, a veces se corre el riesgo de no poderlo admirar tampoco, cuidar en exceso lo que se desea, puede convertirse en posesión, entonces el amor ya no es lo que debe ser.
Eso lo hago extensivo a toda forma de amor, la línea que lo separa a la posesión es peligrosamente fina.


Con delicadeza Ángela eligió historias sentimentales que contó a Giuseppe con sumo respeto, pude ver entre sus líneas escritas cierta tendencia a sentirse culpable, el hecho que fuese ella la que siempre debió tomar el primer paso en las separaciones le hacían sentir egoísta, un formato repetido también con sus padres, así lo expresaba en aquellas líneas.


Una niña que nunca creció para papá y mamá, el amor a veces es débil cuando las inseguridades son grandes. Curarme del “no amor de mis padres”. Dicen que los padres son los seres que más nos quieren, pero a veces son los que más daño pueden hacernos, esto hace que mi visión del mundo sea una ingenua fotografía mal velada. Y si papá o mamá fueron capaces de hacer tanto daño, el resto del mundo también está señalado con el mismo dedo. ¿Es posible que la naturaleza perdone a una hija?
Me voy a ver cómo el faro ilumina la noche, necesito soltar al abismo ciego  todos los fantasmas que se han despertado”

Aquellas palabras también para mí eran un faro en la isla de Ángela, ya estaba casi preparado para llegar a su realidades, a ella la movía el amor, sabía disfrutar de la pasión de un momento, su cuerpo estaba tan despierto que nada de él estaba exento a sentir su feminidad. Esa noche así lo sintió cuando llegaron al faro y ella se afanó a unos besos reales aunque ya soñados mucho antes, los abrazos, los miedos de ambos y toda la generosidad hicieron del faro un edén de pasión, dos cuerpos para el resto del mundo, pero ellos eran una sola alma, unidos por el deseo de la eternidad y precipitados a la vez a lo efímero de la vida de Ángela. Aquella noche hasta el mismo tiempo gimió sobre la luz errante del Faro, nunca un instante provocó tanta eternidad.

Fin del Capítulo


lunes, 4 de abril de 2016

Salvando almas y a la deriva de mi abrazo






El puerto, la sirena, la isla 
se apagaron como en la mañana
cesan las estrellas como damas.
Los faros abandonados en su girar.

Salvadas las almas como divas
destronadas de las noches mansas.
Reptan en mi cuerpo las triadas
bebiendo de tus manos arcanas.

Hombre de luz y de noche, de albas.
El ocaso es tu silencio grande,
los últimos rayos de sol podaras.

Abro mis brazos como el ave
libre cantando en tu compaña.
Tus últimas noches en mí bebieras.

Y te ríes en tu espejo,
velado de cristales.
Las almas danzan sin ropas vestidas.



LAS ASIGNACIONES DE VALKIRIA. Latitudes en tu Piel.




Fragmentos. 
Capítulo Las asignaciones de Valkiria
Libro
Latitudes en tu Piel 
(2ª parte de La Galerna del Sur)



Giuseppe entró en aquel bar y lo iluminó con su mirada, su sonrisa, sus buenos días acompañados de un beso con un abrazo largo y abrigado.

-        - Parece que no me ves desde hace una buena temporada.

-        - Voy a necesitar muchos abrazos como este. A veces pienso que cuando vuelva estarás lejos perdida entre algún paraje y se me nubla todo.

-       -  Mi querido caballero italiano, creo que no soy la única que tiene gigantes acechando, me quedo a tu lado de momento unos días.

Salieron a pasear y Ángela sugirió ir al fuerte, ambos entre arrumacos y besos, una nueva historia recrearía su imaginación, aunque esta historia adquiría unos tintes algo más reales. Se quedarían para siempre unos besos grabados en la esencia de la piedra, porque así lo sentía ella, besos para una eternidad en el tiempo.
Ángela besó a ese hombre que había entrado en su corazón y lo habitó de un modo pleno. Mientras terminaba su abrazo, podía ver el mismo mar que el día anterior la hizo soñar despierta con aquel joven sin saber, que al día siguiente colmaría sus labios de besos.

Yo estaba en su playa apartada, un psicoanalista que observaba los sueños sin soñar de aquel Ángel que descubría con mucho trabajo por hacer y muchos gigantes por derrotar.  Ángela pasó unos días apasionados, dos seres extraños que se encontraron, eran tan afines que parecía que la trayectoria normal del tiempo mucho antes de conocerse ya, tuviera previsto que debían estar juntos. Al menos Ángela se sentía de ese modo.

Cuando me toca, besa mi cuerpo, respira a mi lado, es como si algo encajara en la naturaleza, como si estuviéramos dispuestos desde que nacimos a este momento. Mi mente es incapaz de tomar una decisión que no haya tomado mi cuerpo, pero huyo de papá y mamá, sus reproches aturden mis silencios y llenan mis noches de insomnio”

Por fin Ángela confirmaba en su cuaderno de quién huía, ahora tenía un dato vital para comprender la soledad en una mujer tan especial. Tal vez una niñez adolecida por presiones culturales, ¿vestigios machistas?, ¿qué tal fueron sus padres?

Todo inducía a que Ángela era una mujer en continua búsqueda de la felicidad, era un ser con el cuerpo tan despierto que había descubierto que la felicidad no es el fin, sino el camino y de continuo peleaba por seguir en ese camino. Pero con algo no contó, que la cultura a veces nos impone estigmas que casi terminan formando parte de nuestro código genético.

En su cuaderno encontré unas líneas que expresaban tal vez una vivencia de cuando era niña.

“- Hija ¿qué haces ahí sentada en esa silla?
- Papá estoy castigada ¿no te acuerdas?”(*)

(*)Fuente: La galerna del Sur

Es posible que viviera una infancia donde la disciplina hubiera podido ser estricta y daba por hecho que Ángela era una mujer noble de corazón, y ello, le llevara a asumir los castigos de manera dócil, pequeños decretos que se acoplaron en su código de conducta y hasta de valores.
Que un padre olvidara una hija castigada en la silla y que esa hija no se moviera, era síntoma que el padre castigaba sin dar importancia de lo que pretendía educar y que la niña se sentía lo suficientemente mala como para callar hasta el olvido en una silla. Disciplina en busca de poder y no de educación.
Todo era una cascada de formatos y perfiles psicólogicos que me alejaban de la seductora Ángela y me mostraban un ser en continuo conflicto interno, lograba la felicidad y luego ella misma se encargaba de aniquilar lo conseguido. Es como si tantos castigos por pequeños que pudieran ser, al no tener una respuesta educativa, ella asumiera que no era lo suficientemente buena para esos padres, y ello la llevó a un círculo vicioso en buscar siempre el reconocimiento paterno, o lo que es lo mismo olvidada en el castigo.