domingo, 17 de julio de 2016

El silencio de las palabras






Como el sol oculto allá en las rocas
las palabras tras tu boca de néctar.
Besabas los últimos besos, 
en mis promesas de amor.

Te derramaste en mi cuerpo 
como la lluvia de galernas. 
Deseaba quedarme en ti, 
y te alejabas por siempre.

Amabas tanto mi boca sedienta
vivías entre mis piernas.
Yo pensaba que te quedabas, 
y tú cerrabas todas las puertas.

Sollozos del alma.
Caricias entrañadas.
Bocas de besos.
Gritos mudos.
Yo, eterna en tu cuerpo, 
tú efímero en el tiempo.
Palabras sin dueño, 
silencio de ellas.

lunes, 11 de julio de 2016

FAROS VOLCADOS. Latitudes en tu piel





Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de la Galerna del Sur)



(...)
Aún no llego a comprender porqué la vida me puso esta prueba, el amor me descubre y ahora que Giusseppe ya no vive, la soledad es un vacío tan infinito que me pierdo entre el mundo con la batalla perdida, desearía tatuarme sus caricias en la piel, grabar en los pendientes de mis orejas sus palabras, cubrirme eternamente de su aroma…, ¿cómo hago, cómo puedo gritar al mundo lo que siento por si acaso todo fuera un mal sueño, y él volviera a esperarme al terminar uno de mis caminos?”

Estoy seguro que Ángela era de las personas que repartían junto a sus lugares su altar particular, tal vez piedras del camino, alguna concha rescatada de la orilla, un ticket, o una servilleta con una cita, esta vez su cuerpo deseaba ser el altar de su amante y disponer sobre su piel todo aquello que mantuviera a Giussepe vivo, ello me preocupaba, si antes era una mujer solitaria, ahora que se había lanzado a los brazos del amor y la muerte apagó todos los faros de un soplo, ella estaría viajando en el abismo más infinito donde puede un ser humano perderse para siempre sin ser encontrado. Llevaba días de duelo junto a ella, seguramente Ángela ya estaría reponiéndose pero yo sufría por ella, ¿cómo habría hecho para seguir los pasos del día día sin el hermoso aliciente del amor? 

(...)


(...) 
Pensaban todos que en la soledad volvería a la jaula de cristal, pero les escupí todos los errores y ultrajes a la cara, desearon aprovechar mi dolor para abrirme las puertas de un paraíso al que no quiero entrar. Me convertí en la más infame de las mujeres”

Puse una nota en aquella página, una pequeña hoja adherida a la miseria de sus propias palabras.
“Sin aquella mujer todo era un caos, pero con ella precipitándose todo parecía un verdadero infierno” (*La Galerna del Sur, Galerna IV)

Es como si todos a su alrededor desearan hacer posesión de la esencia de Ángela, rodeada de almas con miedos adheridos, deseaban navegarse en ella y ella era un barco solitario que a veces invitaba a subir y otras parecía precipitarlos a las fauces de la tormenta. 

(...)