domingo, 25 de diciembre de 2016

Mares de luz




Entre mis huesos recala el marismo
como las olas en la playa. 
La soledad es una oda oceánida
que ventisca los silencios del mundo.

Engullo las caricias de mi piel
despojada de recuerdos vanos, 
de gemidos y también lamentos.

Te beso como los faros a los barcos, 
te embriago en el circulo errante 
donde el tiempo existe en la luz.

Despunta el alba, 
las luces puntuales 
se retirarán de los mares.

Y yo con él 
centinela circulante de la noche,
apareo mis mares de luz.


sábado, 17 de diciembre de 2016

Repartida entre los faros




También la vida gira errante de luces
cuando amanecen mis días apagados.
Mi cuerpo es un descarado lupanar
de culturas mansas que hieren el alma.

Camino alejada de las almas atadas
a los miedos y los deseos ufanos.
Me volqué a los abismos del viento
donde el silencio grita ausente de voces.

Mi cuerpo es un resuelto ir y venir
feliz sin almas pagadas con soledad.
Osada de felicidad, mi piel ríe 
a solas con mis propias caricias.

Me reparto entre todos los faros 
donde mis pasos hormonales viven.
Soy mujer y animal, de luces errantes.
De labios que besan sin rostros.

Habito los faroles del mar, 
salada como las sirenas, tan libre
tan libre que las voces del mundo 
son mi túnel de la muerte.

Tan ingrávida en el mundo, tan libre, 
tan libre y más libre, y más,
que soy tuya para llenarme de vida.




Faro de Lariño (Costa da Morte), uno de mis preferidos.


viernes, 25 de noviembre de 2016

Luces nómadas




Cuando llegué a ti, 
ni las brújulas ni las estrellas
eran reales.

Cuando tus ojos se asomaron 
a los abismos de mi mundo, 
fuiste manantial de luz.

Solté todos mis faros en la arena, 
ciega de la vida 
amante de los sueños.

Cuando llegaste a mi
el amor no me habitó nunca.
En tus labios comencé, 
amar, 
amarte, 
besarte, 
tocarte, 
amar, amarte.

lunes, 21 de noviembre de 2016

FAROS VOLCADOS. Latitudes en tu piel.






Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de la Galerna del Sur)




(...)

Violeta interrumpió de manera delicada, Modesto por favor, tranquilícese, ¿le apetece una copa?
Miré a aquella mujer con delirio, era una isla cálida en aquellos días donde andaba perdido como lo hacen los barcos a la deriva de las olas grises.
Mientras la cantante versionaba una canción de Luz Casal, “pueden ser tantas cosas”.

- Violeta, como dice la canción, pueden ser tantas cosas, una copa o lo que quieras.

- Terminemos entonces la canción y demos un paseo por el puerto, le llevo a otro lugar donde no sea mi trabajo, ¿le parece bien?

- Me parece una idea magnífica.
(...)

(...)
Nos paramos frente a los barcos de recreo, las luces titilaban reflejadas en el agua, una mezcla de sal y petróleo recordaban que estábamos en un puerto donde el otoño todavía lo pinta aún más de color gris. La noche era densa de una oscuridad casi ciega.

- Sigue Modesto, con la historia de Ángela.

Era como si Violeta me estuviera empujando por la borda de aquellos barcos y el olor a petróleo me aturdía como lo hacía la idea de contar todo lo que ese diario había generado en mí. En seguida la mente me dijo que podía ser aconsejable traer a la realidad mi historia con Ángela.
(...)

(...)

- Fuera pasado, fuera cuaderno, fuera los faros, fuera Ángela.
Como en un conjuro, me convirtió en un sediento moribundo de caricias, y la estreché contra mí, la besé desde la ternura de mi boca y con toda la fuerza de mis brazos.
(...)

(...)

Creo que perdí el control y me vi frenéticamente al ritmo de sus alaridos, primero con mis dedos y luego arremetí en ella poseído por sus dos lugares de placer, de su vagina fluían las aguas de la vida, pero elegí otra puerta para entrar en su cuerpo, ella seguía con el timón en mis manos y las llevó a sus pezones erectos y nuestras bocas mezclaron, lenguas, alaridos, saliva, labios y todo aquello que nos impregnara de placer, si el mundo se acabara en aquel instante, poco importaba. 


Fin del capítulo.

Autora. Lola Padilla.

Luces sin eternidad



Las luces caminan en su vaivén errante,
por cada ocaso en el tiempo
en todas las alboradas añiles, 
como alma inmortal.

Conté tantos días como sueños
llegué a ti perdiendo la niñez,
entrañando a la mujer inquieta
que camina entre las luces.

Las noches son abismos ciegos
del pasado desmemoriado 
y emociones caducas.
Arrugas en la piel del corazón.

Te miro a ti viejo faro, 
fulgor trashumante de caminos.
Luces sin eternidad, 
sobre caricias inmortales.



domingo, 2 de octubre de 2016

Vehemencia pétrea




Y el viento zarandea la veleta
soñadora "alisia" de cardinales desdenes.
Y te miro a ti, de mirada sublime
de pupilas viajeras, y te miro a ti.

La isla se atavía cada mañana
de piedras que son suspiros.
Tus pensamientos parecieran
el vapor granítico de sus rocas.

Deseas repartirte entre los brazos
y las humedades pétreas, los ecos.
Entre sueños de abiertos ojos
y corazón dormido.

Y te miro a ti, cuando mi piel 
es una talla vehemente de vida.
Y te miro a ti, desde la sal 
y la luz del faro.

domingo, 17 de julio de 2016

El silencio de las palabras






Como el sol oculto allá en las rocas
las palabras tras tu boca de néctar.
Besabas los últimos besos, 
en mis promesas de amor.

Te derramaste en mi cuerpo 
como la lluvia de galernas. 
Deseaba quedarme en ti, 
y te alejabas por siempre.

Amabas tanto mi boca sedienta
vivías entre mis piernas.
Yo pensaba que te quedabas, 
y tú cerrabas todas las puertas.

Sollozos del alma.
Caricias entrañadas.
Bocas de besos.
Gritos mudos.
Yo, eterna en tu cuerpo, 
tú efímero en el tiempo.
Palabras sin dueño, 
silencio de ellas.

lunes, 11 de julio de 2016

FAROS VOLCADOS. Latitudes en tu piel





Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de la Galerna del Sur)



(...)
Aún no llego a comprender porqué la vida me puso esta prueba, el amor me descubre y ahora que Giusseppe ya no vive, la soledad es un vacío tan infinito que me pierdo entre el mundo con la batalla perdida, desearía tatuarme sus caricias en la piel, grabar en los pendientes de mis orejas sus palabras, cubrirme eternamente de su aroma…, ¿cómo hago, cómo puedo gritar al mundo lo que siento por si acaso todo fuera un mal sueño, y él volviera a esperarme al terminar uno de mis caminos?”

Estoy seguro que Ángela era de las personas que repartían junto a sus lugares su altar particular, tal vez piedras del camino, alguna concha rescatada de la orilla, un ticket, o una servilleta con una cita, esta vez su cuerpo deseaba ser el altar de su amante y disponer sobre su piel todo aquello que mantuviera a Giussepe vivo, ello me preocupaba, si antes era una mujer solitaria, ahora que se había lanzado a los brazos del amor y la muerte apagó todos los faros de un soplo, ella estaría viajando en el abismo más infinito donde puede un ser humano perderse para siempre sin ser encontrado. Llevaba días de duelo junto a ella, seguramente Ángela ya estaría reponiéndose pero yo sufría por ella, ¿cómo habría hecho para seguir los pasos del día día sin el hermoso aliciente del amor? 

(...)


(...) 
Pensaban todos que en la soledad volvería a la jaula de cristal, pero les escupí todos los errores y ultrajes a la cara, desearon aprovechar mi dolor para abrirme las puertas de un paraíso al que no quiero entrar. Me convertí en la más infame de las mujeres”

Puse una nota en aquella página, una pequeña hoja adherida a la miseria de sus propias palabras.
“Sin aquella mujer todo era un caos, pero con ella precipitándose todo parecía un verdadero infierno” (*La Galerna del Sur, Galerna IV)

Es como si todos a su alrededor desearan hacer posesión de la esencia de Ángela, rodeada de almas con miedos adheridos, deseaban navegarse en ella y ella era un barco solitario que a veces invitaba a subir y otras parecía precipitarlos a las fauces de la tormenta. 

(...)











domingo, 26 de junio de 2016

Tras el viento, te vas.




Con mi piel prendida en tu boca
te vas.

Con mis pupilas encendidas,
con las caricias de la luna
y la pasión susurrante,
te vas.

El mundo es tan pequeño
cuando mis labios te besan.
Como las luces de los faros
tu sonrisa sobre mis abismos.

Abrigas mis senos 
en tus brazos de mar, 
a la deriva de tus manos
viajan mis caderas.

Tan pequeño el mundo, 
en la inmensidad 
de cuánto yo,
... 
te amo.



Para la luz de la Galerna.
Gracias Juan amigo mío, por leer y vivir mis versos, estos versos fueron los primeros que pudiste leer aquella tarde, grabados los llevo..., como tus recuerdos allá donde estés.


domingo, 19 de junio de 2016

CUANDO TRAFALGAR SE APAGA. Luces desde el mar





Abrazamos las mismas luces, 
tú desde el mar 
yo desde tierra.
Tan cerca y tan allá.

Yo te esperé en algunos faros, 
tú navegaste con el viento
a otras luces.
Tanto nos elevamos.

Dime hacía dónde navegas
correré a encenderte 
los ojos del abismo.
Tantas estrellas.

Más allá del mundo, 
el tiempo sopló las luces.
Y llegas, tan cerca de mi alma
tan lejos como un beso.





Puede que te hayas ido para el mundo, 
pero sigues enseñándome las luces 
del mismo mundo. 
Tus ojos no se cerraron para mi, 
amigo mío.


viernes, 17 de junio de 2016

La otra luz de Trafalgar






El tiempo elige un lugar donde callar, 
grita como el mar en Cabo de Roca.
Se para la tierra, engañada
cuando tus ojos por un instante
apagaron todos los azules, 
sacudió Darío sus versos añiles
como gaviotas te buscaban.

Mi alma recupera de la piel
todos los momentos vividos.
Mi cuerpo es el mapa finito,
sueños de luces errantes, 
torres del tiempo que tú encendiste.
Eras la Eclíptica de mis pasos
la latitud de mi sol.

Te repartes a la mar,
prendidos como soldados 
están los faros del mundo.
Mi soledad se ahoga
tan lejos del azul de tus ojos.
Voces y linternas, promesas
velan mi camino.



A mi gran amigo Juan Martínez Martínez. Discutimos, reímos y aprendimos a querernos, en la cercanía y en la distancia, en lo fácil y en lo complicado. Pero supimos habitar en el corazón del otro. Siempre estarás en el mío, también una parte de mí, va contigo.




miércoles, 8 de junio de 2016

El amante del tiempo





El mundo gira abrazado a las luces,
también giraban en tu desnuda alma
mis caderas errantes sobre piedras.
Como cuevas enlazadas éramos.

El tiempo navega enredado
en los puertos desiertos
de besos y delirios.
Las banderas ondean 
transparentes de colores
el mundo se mira en ellas, 
Los barcos, uñas del mundo
arañando del abismo 
la almas de negro.

En otros labios los besos
me saben a ti.
Mi cuerpo multitud de voces
recuerdan tus susurros. 
Tropel de manantiales donde
yo a ti te bebía.
Mi corazón es el eco 
de tus palabras de amor
en el silencio de otra boca.

Araño de la piel el pasado,
huellas abiertas en el tiempo
de tus manos y tus besos.
Otras bocas besaré, 
en el eco de tus caricias.
Evocan caducas como 
las hojas del otoño, 
la promesas del silencio.
En otros cuerpos despertaré, 
soñando en tu ternura.



domingo, 5 de junio de 2016

FAROS VOLCADOS. Latitudes en tu piel






Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de la Galerna del Sur)



(...)


Recuerdo una tarde de viernes, había llovido durante toda la semana pero la jornada amaneció con viento fuerte, un apacible crepúsculo de colores ocres y violáceos invitaban a pasear, mi obsesión por Ángela empezaba a traerme demasiados recuerdos de mi relación con Patricia, unos primeros años maravillosos, sexo vehemente y momentos bellos que en el último período se vio abordado por mi repentino delirio profesional, los cambios en el departamento nos indujo al equipo de salud mental del distrito a dilatar las jornadas, y ello llevó a entregarme al trabajo de una menera exclusiva, ella no lo soportó y al final decidió compartir su tiempo y su alegría con otras personas y otro hombre.  

(...)


(...)


Accedí a un bar donde los viernes tenían música en vivo, amenizado a veces con algún que otro monólogo; un lugar pequeño con una decoración variopinta, figuras del teatro, máscaras, chisteras, corsés, plumas de cabaret, guitarras eléctricas, algunos libros, un decorado que sucedía con gusto y sumía al consumidor en la magia de la noche, hechicera de una vigorizante vigilia. La madrugada es una prodigiosa madam que asigna a cada corazón un instante para disfrutar del delirio de sentirse vivo, que con su manera resuelta apaga las luces del día para sumergirnos en un claroscuro embriagador, es precisamente en ese momento donde nos sentimos prisioneros en nuestra piel, altar sagrado del erotismo y la seducción, donde la única ofrenda válida es que todo es posible si así lo deseamos. Aquella sensación me la enseñó un ángel con forma de mujer que encendía a su modo los faros de su vida y a la vez, también de la mía.

(...)

sábado, 4 de junio de 2016

Sonetos que son cantos IV





Pieles desenredadas


Se elevó mi cuerpo en arco de miel
el océano respiraba en tus manos.
Yo era la isla de tu cuerpo cercano
desnudo llegabas a playas de mi piel.

Rodeada de mar, tu pasado es cincel
de mis piedras tus miedos tiranos.
Bebiste de mis piernas, trasmanos
tus recuerdos lejos de mi vergel.

Osado el mar, abismo en tus ojos
tragaron todas las luces apagadas.
Tu mente arrojó un mar de tojos.

Navego libre en mis pieles besadas, 
en tus recuerdos, ausentes sonrojos.
Mi piel latido de maravillas osadas.

Habitando versos




Todos los instantes precipitados en los versos.
Castigo la otra realidad que sabrá llevarte. 
Entre la poesía habitan las criaturas
despojadas de lo banal,
ocupan el trono junto al poeta.


Te maldigo a ti que has ocupado mi poesía.
Mi otra realidad en otra dimensión.
La soledad platónica de lo más bello.
Te encierro en la antesala del corazón, 
en ese lugar ingrávido sin materia
te transformas en ángel caído,
que llora a la soledad 
y canta a la poesía.

Lo platónico recupera su fuerza
y la ira también lo habita.
¿Hay algo más soberbio que el amor
en estado puro?


Te maldigo al mudar tus formas
de hombre terrenal,
en una sonrisa de amanecer
o un susurro del ocaso.
No encuentro ni tu lujuria
ni tu lascivia entre mi pubis.

Te has desbocado al mundo 
donde los poetas aman en silencio
fuera del mundo real.

Te has elevado por encima 
 de miedos y pesadillas vacías,
de las ideas átonas.
Te has descolgado de mis pezones
para ocupar los versos,
enredado como la yedra
en los bosques del delirio.


Te maldigo porque no podré amarte
como los humanos aman.
Te maldigo porque no podrás 
beber en mis labios de carmín.
Te maldigo porque no te bañarás
en mi copa de vino.
Te maldigo.
Y ...
te amo.

martes, 31 de mayo de 2016

Sonetos que son cantos III





Huellas sin pisadas


Como el sol sobre las rocas,
los días viajan desbocados
de las miradas que no hablo.
Despedidas del aire soplan.

La niebla, caricia átona
un amor que no surcamos,
un delirio no andado.
Pisadas que no sollozan.

Limpio el alba sin evocar
veo pisadas anónimas, 
vidas resueltas por radiar.

Los vientos exentos trotan
mi boca los besos afanar, 
incógnitos rostros coronan.


lunes, 30 de mayo de 2016

FAROS VOLCADOS. Latitudes en tu piel




Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de la Galerna del Sur)




(...)

Aquella tarde me sorprendió esa sesión, mis palabras parecían dichas desde la misma boca de Ángela, y aquello hacía que me sumergiera en una sensación totalmente incierta, extraña y de un modo espontáneo, había llegado a mí el convencimiento de que Ángela formaba parte de mí. Recuerdo en aquella tarde gris que el viento amenazaba con traer la lluvia y como la lluvia,  aquel ser comenzó a impregnar mi modo de vida. Era consciente que mi tranquila  y apacible vida iba a cambiar, tal vez como diría Patricia, mi anterior pareja, vives en una burbuja emocional, en ello quería decirme que me alejaba de las emociones y cada vez estaba más acostumbrado a la ausencia de estímulo, tanto que aquella relación de casi seis años no sobrevivió, como iba hacerlo, si era cierto, era un ser en continua hibernación, nada dejaba que me conmoviera.

(...)




(...)

Al final la señora Manuela era más honorable que yo, al menos ella seguía un rumbo y caminaba en él aún sabiendo en lo más profundo de su inconsciencia que no era el correcto, ¿o sí?

Yo era tan cobarde que no elegía ni tan siquiera el camino de la deriva, estaba inmóvil, quieto, ni tan siquiera un pasado me anclaba, no sé en qué momento de mi vida, la mente decidió exiliarme de las emociones. ¿Hay algo más desolador que un ser sin rumbo aparente?

(...) 


Sonetos que son cantos II






El abismo de las luces


El viento oculta los silencios callados
todo parece retraer en el tiempo
quedando atrás abandonado mi rezo,
sucia me alimenté de tantos aciagos.

Desnudos están mis senos amañados 
bruñen airosos las luces de los vientos.
Resuelto mi pubis, moribundo diezmo, 
mis piernas desatan los besos sellados.

Me desnudo de un alma inmunda.
Desgarro tus caricias de mis caderas, 
en mi vientre yacen todas las brumas.

De caricias anónimas soy, regias, 
vagabunda de historias impuras.
Vengo de morir, en eternas flechas.



domingo, 22 de mayo de 2016

FAROS VOLCADOS. Latitudes en tu piel



Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de la Galerna del Sur)


(...)

"Besé a Giussepe como si me fuera la vida en ello, me hubiera metido en su piel y quedado en aquel lugar para siempre.
Pero la realidad me hace volver, en casa al otro lado de las luces me espera una oscuridad infinita, de la que no sé salir y de la que no logro sacar a mi hija. Vuelvo como siempre al lugar donde Ángela es un ser incapaz de tantas cosas, castigada siempre al silencio y buscar la sonrisa de unos padres que nunca están de acuerdo con lo que elijo. Cómo puede mi madre decirme que deje todo y vaya a vivir con ellos, mi hija y yo a los ojos de mamá y sobretodo papá, somos hermanas, y me da tanto miedo que mi hija así me vea también."


Cada vez tenía más claro que Ángela había sido una niña sin caprichos, al capricho de los padres. Cómo me gustaría conocerla en persona, ponerla ante el mismo acantilado de su vida, apagarle por un momento todas las luces que ha dispuesto ante ella y obligarla a saltar a su oscuridad y buscar dentro de ella sus verdaderas luces, esas luces que seguro, sus amantes logran ver y ella guarda en su peculiar caja de objetos personales, una vez más cómo guardar el universo de luz que en ella se expande a cada momento que vive.

(...)


(...)

El hecho de no encontrar en aquel cuaderno el verdadero motivo del sentimiento de culpabilidad de Ángela, me sumía en una impotencia tal vez desmesurada que hacía sentirme muy triste.
¿Y si volviera al café dónde encontré su cuaderno?, tal vez un día ella aparezca y pueda conocerla. Ángela ya había cambiado demasiado mi vida, nada volvería ser igual después de ella. La idea de que mi existencia fuese un anhelo tan intrascendente, un sueño tan imposible, me producía verdadero vértigo, debía prepararme para no darme de bruces con un destino que amenazaba desolador, solitario y nada evolutivo, aunque, tal vez hallara el modo de encontrar cómo avanzar entre tanta frustración, ¿estaría Ángela cediendo sus faros para encontrar mi propio camino a la felicidad?, aunque para ella la felicidad no era el fin, ella hacía del camino la propia felicidad, ¿tal vez por qué su fin siempre estaba en llegar a sus padres? ¿Podría ser que el fin no existe realmente?, la vida es un camino eterno hacia delante y ni la muerte ofrece la opción del final, el movimiento natural de la naturaleza en el tiempo hace que el final no exista, todo final es parte de un nuevo inicio, ¿la eternidad es el verdadero fin entonces?

(...)

Autora Lola Padilla

miércoles, 18 de mayo de 2016

Sonetos que son cantos I





El final del fin


Recorro las puertas abiertas del edén,
aquellos oasis boquiabiertos reposan
entre los manantiales que no rebosan.
La noche callada y las luces ceden.

Ya todos los caminos trascienden, 
como espectros las sombras asoman.
Toda las voces bruñidas endiosan
los silencios, descansar no pueden.

Araño en mi piel los delirios
cabalgan los gigantes de brumas. 
La vida es un océano de cirios.

Los deseos son aves sin plumas
campos sin color en los lirios.
Olas vivas sin blancas espumas.



lunes, 16 de mayo de 2016

¿Cómo son las puertas del mar?






La noche abraza las luces nómadas, 
el faro quiebra osado la oscuridad. 
Aún recuerdo tus dedos errantes
sobre la oscuridad de mi piel.

Elevaste mi cuerpo, 
en la luz de tus brazos, atalaya
eras, puerto sin barcos.
El farol gime sin rincón.

Pero yo cierro mis ojos 
abrigo la mar sin luces, mi boca 
te besaba, giraban las lenguas
libres de las luces apagadas.

Recuerdo tu cuerpo en el mío, 
yo era el mar de todos los faros
danzando entre las olas.
Bebiendo la vigilia del farero.

Quieres guardarme en el día, 
cuando el faro duerme.
Mi cuerpo es el mar 
que viene y va como las luces.

Apartas el sol de mis senos, 
pones puertas al mar.
¿Cómo encerrar las olas, cuando
el faro apunto de alumbrar?


domingo, 15 de mayo de 2016

FAROS VOLCADOS. Latitudes en tu piel.





Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de La Galerna del Sur)


Habían transcurrido las dos semanas que decidí alejarme de aquel libro que producía en mí los efectos del mismo opio y la realidad era otra más revolucionaría aún, Ángela casi había logrado apartarme de mi trabajo. Observé la agenda del último mes y fue cuando supe que algo debía hacer, había reducido los días de trabajo y dispuesto más citas en una misma jornada; necesitaba más momentos libres con Ángela y ello me llevó a bajar mi rendimiento laboral, aumentar las citas en un mismo día saturaban mi lucidez mental para abordar los problemas de los pacientes, ¿pero cómo no tener días enteros con aquel cuaderno?

(...)


(...)

En soledad Ángela imaginaba el verdadero amor y sus caricias, un anhelo que tal vez nunca llegaría, pero ella se resistía a poner sobre esas sensaciones al hombre equivocado, no le preocupaba vivir en sus propios sueños, el fin no era ocuparlos con una compañía, sino vivir ese amor que ella recreaba a veces acariciando su propio cuerpo.


(...)


(...)

Es por ello que antes de comenzar a tener momentos más íntimos con un hombre, tenía unas reglas determinantes para ella, no preguntar nada o sí lo hacía, leer en aquello que no era la respuesta, ella navegaba abiertamente en el mar de la expresión corporal de las personas, el tono de voz, la mirada, el pulso, los tipos de gestos, le traían un mar abierto de respuestas donde su acompañante no podía ocultar nada, Ángela se convertía en sirena de las aguas más profundas en el alma de las personas.
Había aprendido que el ser humano era un tedioso órdago andante, donde a veces la mente y los pensamientos no eran más que los vestigios de un pasado con miedos y frustraciones adheridas, y lo peor, historias humanas no cerradas que se habían convertido en la zona de confort emocional del individuo; es ahí dónde Ángela se convertía en una mujer de humor ácido, mordaz y rozaba el descaro. Una superviviente más de las mentes que gobiernan sólo pensamientos y no emociones; ella era eso, emoción en estado puro, manantial de miel, páramo inhóspito donde no sobreviven ni las piedras blancas.

“¿Qué sabe nadie de mi mundo interior?, ¿de aquello que toca mi corazón, de la ausencia de palabras y la presencia de rubor en mi piel?, ¿Qué sabe nadie de lo que puede atar mi voluntad o de lo que renuncio en la búsqueda de aire libre en mis pulmones?
¿Qué saben a quién pertenecen mis besos, si a nadie, a un hombre o a varios hombres? En el mapa de mi piel se hallan todos los caminos, como algunos de esos caminos terminan en las latitudes del hombre amado. Cuestión de espíritu aventurero y de sentir que el mismo sol nunca ofrece dos ocasos iguales”


(...)


Autora Lola Padilla

sábado, 30 de abril de 2016

Sueños al despertar





Soñé las luces del sol, 
también la de estrellas
rutilantes.
Fatua la noche sin ellas.
Ruge de luz el farol,
meditante.

La luna luce de charol, 
soledad sin huellas
sin amante.
Con todos mis espantos,
soñé cayendo al crisol
de gigantes.

Bebo el ebrio desamor
en las noches eternas
sin sueños de olor,
alejada.

Soñé sobre lucernas
la luz de tu velador.
Mi candela interna 
despertada.

domingo, 10 de abril de 2016

LAS ASIGNACIONES DE VALKIRIA. Latitudes en tu Piel.






Fragmentos. 
Capítulo Las asignaciones de Valkiria
Libro
Latitudes en tu Piel 
(2ª parte de La Galerna del Sur)



(...)

Giuseppe se acercó a ella, la besó en los labios. Pude leer y también envidiar a ese hombre.

“Los labios de Giuseppe erizaron mis pezones y a una mujer convencida de que la piel es el mejor lugar donde atrapar la vida”

Ángela deseaba sentirse libre y para ello la vida le había enseñado que sola era la mejor manera, aunque más tarde pude contemplar que la vida no fue su escuela, ella misma decidió apartarse del mundo. La niña había sido una y otra vez retada y creció tan débil que dio a luz a una mujer más fuerte que los desfiladeros visitados ausente de toda humanidad. Ahora en ese trayecto de soledad, en esos pasos andados, en esos descansos al otro lado del camino, supo que la vida la estaba esperando. Ángela era capaz de retar al depredador más voraz que existe, el tiempo. Todavía el movimiento del mundo le deparaba algo que no buscaba, que no deseaba o al menos así pretendía que fuese. Aquella mujer me iba mostrando que luchaba contra su propia sensación de sentirse viva hacia el mundo exterior. 
(...)

(...)

Aquella velada fue para Ángela un momento donde abrió su peculiar caja de pandora, aparentemente daba a conocer unos hechos que podían ser superados por Giuseppe, pero mucho me temo que en aquella singular caja de pandora, además de esperanza había sueños de soledad que se habían convertido en un retiro reparador, tanto, que para ella era el único paraíso posible.

-          Dime qué quieres saber de mí Giusseppe.
Él la miró con toda la ternura que podía expresar y mientras cogía su mano, apretaba con cuidado sus dedos.

-          Por qué una mujer como tú está sola lejos del amor, porque si hablo de mí, yo haría todo por estar a tu lado, poderte amar.

Mientras ella se liberaba de la mano que la acariciaba para jugar con la servilleta.

-          A ver, porque hay una parte de mí que no puede ser de nadie, esto me ha traído tantos problemas. La mayoría de las veces aquello que tanto fascina se convierte en una trampa para mí misma. Cuando tratan de ocultar algo valioso, a veces se corre el riesgo de no poderlo admirar tampoco, cuidar en exceso lo que se desea, puede convertirse en posesión, entonces el amor ya no es lo que debe ser.
Eso lo hago extensivo a toda forma de amor, la línea que lo separa a la posesión es peligrosamente fina.


Con delicadeza Ángela eligió historias sentimentales que contó a Giuseppe con sumo respeto, pude ver entre sus líneas escritas cierta tendencia a sentirse culpable, el hecho que fuese ella la que siempre debió tomar el primer paso en las separaciones le hacían sentir egoísta, un formato repetido también con sus padres, así lo expresaba en aquellas líneas.


Una niña que nunca creció para papá y mamá, el amor a veces es débil cuando las inseguridades son grandes. Curarme del “no amor de mis padres”. Dicen que los padres son los seres que más nos quieren, pero a veces son los que más daño pueden hacernos, esto hace que mi visión del mundo sea una ingenua fotografía mal velada. Y si papá o mamá fueron capaces de hacer tanto daño, el resto del mundo también está señalado con el mismo dedo. ¿Es posible que la naturaleza perdone a una hija?
Me voy a ver cómo el faro ilumina la noche, necesito soltar al abismo ciego  todos los fantasmas que se han despertado”

Aquellas palabras también para mí eran un faro en la isla de Ángela, ya estaba casi preparado para llegar a su realidades, a ella la movía el amor, sabía disfrutar de la pasión de un momento, su cuerpo estaba tan despierto que nada de él estaba exento a sentir su feminidad. Esa noche así lo sintió cuando llegaron al faro y ella se afanó a unos besos reales aunque ya soñados mucho antes, los abrazos, los miedos de ambos y toda la generosidad hicieron del faro un edén de pasión, dos cuerpos para el resto del mundo, pero ellos eran una sola alma, unidos por el deseo de la eternidad y precipitados a la vez a lo efímero de la vida de Ángela. Aquella noche hasta el mismo tiempo gimió sobre la luz errante del Faro, nunca un instante provocó tanta eternidad.

Fin del Capítulo