Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de la Galerna del Sur)
(...)
Aquella tarde me sorprendió esa sesión, mis palabras parecían dichas desde la misma boca de Ángela, y aquello hacía que me sumergiera en una sensación totalmente incierta, extraña y de un modo espontáneo, había llegado a mí el convencimiento de que Ángela formaba parte de mí. Recuerdo en aquella tarde gris que el viento amenazaba con traer la lluvia y como la lluvia, aquel ser comenzó a impregnar mi modo de vida. Era consciente que mi tranquila y apacible vida iba a cambiar, tal vez como diría Patricia, mi anterior pareja, vives en una burbuja emocional, en ello quería decirme que me alejaba de las emociones y cada vez estaba más acostumbrado a la ausencia de estímulo, tanto que aquella relación de casi seis años no sobrevivió, como iba hacerlo, si era cierto, era un ser en continua hibernación, nada dejaba que me conmoviera.
(...)
Aquella tarde me sorprendió esa sesión, mis palabras parecían dichas desde la misma boca de Ángela, y aquello hacía que me sumergiera en una sensación totalmente incierta, extraña y de un modo espontáneo, había llegado a mí el convencimiento de que Ángela formaba parte de mí. Recuerdo en aquella tarde gris que el viento amenazaba con traer la lluvia y como la lluvia, aquel ser comenzó a impregnar mi modo de vida. Era consciente que mi tranquila y apacible vida iba a cambiar, tal vez como diría Patricia, mi anterior pareja, vives en una burbuja emocional, en ello quería decirme que me alejaba de las emociones y cada vez estaba más acostumbrado a la ausencia de estímulo, tanto que aquella relación de casi seis años no sobrevivió, como iba hacerlo, si era cierto, era un ser en continua hibernación, nada dejaba que me conmoviera.
(...)
Al final la señora Manuela era
más honorable que yo, al menos ella seguía un rumbo y caminaba en él aún
sabiendo en lo más profundo de su inconsciencia que no era el correcto, ¿o sí?
Yo era tan cobarde que no elegía
ni tan siquiera el camino de la deriva, estaba inmóvil, quieto, ni tan siquiera
un pasado me anclaba, no sé en qué momento de mi vida, la mente decidió
exiliarme de las emociones. ¿Hay algo más desolador que un ser sin rumbo
aparente?
(...)
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