El final del fin
Recorro las puertas abiertas del edén,
aquellos oasis boquiabiertos reposan
entre los manantiales que no rebosan.
La noche callada y las luces ceden.
Ya todos los caminos trascienden,
como espectros las sombras asoman.
Toda las voces bruñidas endiosan
los silencios, descansar no pueden.
Araño en mi piel los delirios
cabalgan los gigantes de brumas.
La vida es un océano de cirios.
Los deseos son aves sin plumas
campos sin color en los lirios.
Olas vivas sin blancas espumas.
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