Cuando llegué a ti,
ni las brújulas ni las estrellas
eran reales.
Cuando tus ojos se asomaron
a los abismos de mi mundo,
fuiste manantial de luz.
Solté todos mis faros en la arena,
ciega de la vida
amante de los sueños.
Cuando llegaste a mi
el amor no me habitó nunca.
En tus labios comencé,
amar,
amarte,
besarte,
tocarte,
amar, amarte.
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