Las luces caminan en su vaivén errante,
por cada ocaso en el tiempo
en todas las alboradas añiles,
como alma inmortal.
Conté tantos días como sueños
llegué a ti perdiendo la niñez,
entrañando a la mujer inquieta
que camina entre las luces.
Las noches son abismos ciegos
del pasado desmemoriado
y emociones caducas.
Arrugas en la piel del corazón.
Te miro a ti viejo faro,
fulgor trashumante de caminos.
Luces sin eternidad,
sobre caricias inmortales.
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