Fragmentos
Capítulo Faros Volcados
Libro
Latitudes en tu piel
(2ª parte de la Galerna del Sur)
(...)
“Aún no llego a comprender porqué la vida me puso esta prueba, el amor
me descubre y ahora que Giusseppe ya no vive, la soledad es un vacío tan
infinito que me pierdo entre el mundo con la batalla perdida, desearía
tatuarme sus caricias en la piel, grabar en los pendientes de mis orejas sus
palabras, cubrirme eternamente de su aroma…, ¿cómo hago, cómo puedo
gritar al mundo lo que siento por si acaso todo fuera un mal sueño, y él
volviera a esperarme al terminar uno de mis caminos?”
Estoy seguro que Ángela era de las personas que repartían junto a sus
lugares su altar particular, tal vez piedras del camino, alguna concha
rescatada de la orilla, un ticket, o una servilleta con una cita, esta vez su
cuerpo deseaba ser el altar de su amante y disponer sobre su piel todo aquello
que mantuviera a Giussepe vivo, ello me preocupaba, si antes era una mujer
solitaria, ahora que se había lanzado a los brazos del amor y la muerte apagó
todos los faros de un soplo, ella estaría viajando en el abismo más infinito
donde puede un ser humano perderse para siempre sin ser encontrado. Llevaba
días de duelo junto a ella, seguramente Ángela ya estaría reponiéndose pero yo
sufría por ella, ¿cómo habría hecho para seguir los pasos del día día sin el
hermoso aliciente del amor?
(...)
(...)
“Pensaban todos que en la soledad volvería a la jaula de cristal, pero les escupí todos los errores y ultrajes a la cara, desearon aprovechar mi dolor
para abrirme las puertas de un paraíso al que no quiero entrar. Me convertí en la
más infame de las mujeres”
Puse una nota en aquella página, una
pequeña hoja adherida a la miseria de sus propias palabras.
“Sin aquella mujer todo era un caos, pero con ella precipitándose todo
parecía un verdadero infierno” (*La
Galerna del Sur, Galerna IV)
Es como si todos a su alrededor desearan hacer posesión de la esencia de Ángela, rodeada de almas con miedos adheridos, deseaban navegarse en ella y ella era un barco solitario que a veces invitaba a subir y otras parecía precipitarlos a las fauces de la tormenta.
Es como si todos a su alrededor desearan hacer posesión de la esencia de Ángela, rodeada de almas con miedos adheridos, deseaban navegarse en ella y ella era un barco solitario que a veces invitaba a subir y otras parecía precipitarlos a las fauces de la tormenta.
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