domingo, 10 de abril de 2016

LAS ASIGNACIONES DE VALKIRIA. Latitudes en tu Piel.






Fragmentos. 
Capítulo Las asignaciones de Valkiria
Libro
Latitudes en tu Piel 
(2ª parte de La Galerna del Sur)



(...)

Giuseppe se acercó a ella, la besó en los labios. Pude leer y también envidiar a ese hombre.

“Los labios de Giuseppe erizaron mis pezones y a una mujer convencida de que la piel es el mejor lugar donde atrapar la vida”

Ángela deseaba sentirse libre y para ello la vida le había enseñado que sola era la mejor manera, aunque más tarde pude contemplar que la vida no fue su escuela, ella misma decidió apartarse del mundo. La niña había sido una y otra vez retada y creció tan débil que dio a luz a una mujer más fuerte que los desfiladeros visitados ausente de toda humanidad. Ahora en ese trayecto de soledad, en esos pasos andados, en esos descansos al otro lado del camino, supo que la vida la estaba esperando. Ángela era capaz de retar al depredador más voraz que existe, el tiempo. Todavía el movimiento del mundo le deparaba algo que no buscaba, que no deseaba o al menos así pretendía que fuese. Aquella mujer me iba mostrando que luchaba contra su propia sensación de sentirse viva hacia el mundo exterior. 
(...)

(...)

Aquella velada fue para Ángela un momento donde abrió su peculiar caja de pandora, aparentemente daba a conocer unos hechos que podían ser superados por Giuseppe, pero mucho me temo que en aquella singular caja de pandora, además de esperanza había sueños de soledad que se habían convertido en un retiro reparador, tanto, que para ella era el único paraíso posible.

-          Dime qué quieres saber de mí Giusseppe.
Él la miró con toda la ternura que podía expresar y mientras cogía su mano, apretaba con cuidado sus dedos.

-          Por qué una mujer como tú está sola lejos del amor, porque si hablo de mí, yo haría todo por estar a tu lado, poderte amar.

Mientras ella se liberaba de la mano que la acariciaba para jugar con la servilleta.

-          A ver, porque hay una parte de mí que no puede ser de nadie, esto me ha traído tantos problemas. La mayoría de las veces aquello que tanto fascina se convierte en una trampa para mí misma. Cuando tratan de ocultar algo valioso, a veces se corre el riesgo de no poderlo admirar tampoco, cuidar en exceso lo que se desea, puede convertirse en posesión, entonces el amor ya no es lo que debe ser.
Eso lo hago extensivo a toda forma de amor, la línea que lo separa a la posesión es peligrosamente fina.


Con delicadeza Ángela eligió historias sentimentales que contó a Giuseppe con sumo respeto, pude ver entre sus líneas escritas cierta tendencia a sentirse culpable, el hecho que fuese ella la que siempre debió tomar el primer paso en las separaciones le hacían sentir egoísta, un formato repetido también con sus padres, así lo expresaba en aquellas líneas.


Una niña que nunca creció para papá y mamá, el amor a veces es débil cuando las inseguridades son grandes. Curarme del “no amor de mis padres”. Dicen que los padres son los seres que más nos quieren, pero a veces son los que más daño pueden hacernos, esto hace que mi visión del mundo sea una ingenua fotografía mal velada. Y si papá o mamá fueron capaces de hacer tanto daño, el resto del mundo también está señalado con el mismo dedo. ¿Es posible que la naturaleza perdone a una hija?
Me voy a ver cómo el faro ilumina la noche, necesito soltar al abismo ciego  todos los fantasmas que se han despertado”

Aquellas palabras también para mí eran un faro en la isla de Ángela, ya estaba casi preparado para llegar a su realidades, a ella la movía el amor, sabía disfrutar de la pasión de un momento, su cuerpo estaba tan despierto que nada de él estaba exento a sentir su feminidad. Esa noche así lo sintió cuando llegaron al faro y ella se afanó a unos besos reales aunque ya soñados mucho antes, los abrazos, los miedos de ambos y toda la generosidad hicieron del faro un edén de pasión, dos cuerpos para el resto del mundo, pero ellos eran una sola alma, unidos por el deseo de la eternidad y precipitados a la vez a lo efímero de la vida de Ángela. Aquella noche hasta el mismo tiempo gimió sobre la luz errante del Faro, nunca un instante provocó tanta eternidad.

Fin del Capítulo


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