Entre mis huesos recala el marismo
como las olas en la playa.
La soledad es una oda oceánida
que ventisca los silencios del mundo.
Engullo las caricias de mi piel
despojada de recuerdos vanos,
de gemidos y también lamentos.
Te beso como los faros a los barcos,
te embriago en el circulo errante
donde el tiempo existe en la luz.
Despunta el alba,
las luces puntuales
se retirarán de los mares.
Y yo con él
centinela circulante de la noche,
apareo mis mares de luz.
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