lunes, 17 de agosto de 2015

GALERNA II




Todos los momentos febriles juntos pendían de su aliento retenido, unos pulmones saturados de situaciones densas, su corazón en silencio comenzaba a soñar con el huracanado momento por salir del pecho de aquella mujer. Como el fuerte viento del oeste amenaza a lo lejos con entrar en el mar. La vehemencia de sus caderas y de unos senos ahogados la transforman en la más gigante de las almas, sin niñas que acunar y sin pasado que considerar, contiene el aliento para impulsar su llanto ahogado hacía un cielo gris que engulle los últimos rayos de sol.

Aprieto los escollos en mis labios arrugados.
Miro el cielo y no quiero ver el sol.
Quiero otra realidad más en la sombra.
Mi mente arremolina todos los momentos
 que fui callando hasta casi morir.


Como si llegara a la cima vulnerada del abismo, reptando como una criatura misteriosa al caer el día, recorre su propio cuerpo buscando el vértigo al que ganar el espacio. Pero aún puede consumar su fuerza subiendo más arriba, más arriba antes de caer y antes de adentrarse en su vida y las vidas que le rodean, como la galerna se adentra en el mar, todavía sube en su intento de engullir todos los miedos y todos los rayos de sol.

Y entran los barcos en el puerto 
a las prisas llevan los rayos de sol
enganchados en sus velas por guardar.
Más allá del faro la dama gris respira. 
Vive, despierta, crece, se hace diosa.





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