domingo, 7 de febrero de 2016

LAS ASIGNACIONES DE VALKIRIA. Latitudes en tu Piel.




Fragmentos. 
Capítulo Las asignaciones de Valkiria
Libro
Latitudes en tu Piel 
(2ª parte de La Galerna del Sur)


(...)
Ángela deseaba sentirse libre y para ello la vida le había enseñado que sola era la mejor manera, aunque más tarde pude contemplar que la vida no fue su escuela, ella misma decidió apartarse del mundo. La niña había sido una y otra vez retada y creció tan débil que dio a luz a una mujer más fuerte que los desfiladeros que visitaba ausente de toda humanidad. Ahora en ese camino de soledad, en esos pasos andados, en esos descansos al otro lado del camino, supo que la vida la estaba esperando. Ángela era capaz de retar al depredador más voraz que existe, el tiempo. Todavía el movimiento del mundo le deparaba algo que no buscaba, que no deseaba o al menos así pretendía que fuese. Aquella mujer me iba mostrando que luchaba contra su propia sensación de sentirse viva hacía el mundo exterior. 
(...)


(...)
La primera anotación del cuaderno de Ángela que me produjo una pena horrible. "Puedo correr a tu lado, pero mi vida no dejaría de ser una huída, pronto mis propios fantasmas me encontrarían y tendría que dejarte para siempre. Vivir a tu lado se convertiría en otro de mis fantasmas, otra infiel cobardía más".
¿Infiel a quién?, ella era divorciada, ¿cobarde, de quién huía? Ángela cada día era más  cerrada en sus miedos, no encontraba conexión real con sus limitaciones para ser feliz. Era como si huyera de alguien que quisiera hacerle daño, pero no, no se conocía persona física en ese miedo. ¿Qué temía, qué actos inconscientes la llevaron a darle presencia humana?
                                                                                                       (...)


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“Quiero pegar mi espalda al faro”, Giuseppe rió emocionado y algo extrañado. Esta vez ella llegó primero, aquel faro era increíble, olía a agua salada, a mar seco, a pescado, a roca, a algas, a gatos, sonaba a olas, a mar, a rocas quebradas, a gaviotas, a viento. A penas unos metros de la propia mar salada, ahora entendía porque el viento de galerna ladraba,” la galerna habitaba en él cuando se agitaba, quería poseerlo y él ladraba,  se defendía”,
(...)

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