jueves, 1 de octubre de 2015

Como antes de la revolución en telefonía





Hace años, alguien me dijo que los teléfonos móviles harían tantas cosas que cuando deseáramos hacer una llamada no tendríamos batería y no podríamos hacerlo. Así es, se ha convertido en nuestro libro, periódico, reloj, agenda, pc, mapa y una interminable lista. Esta noche se ha quedado sin batería y el despertador no ha sonado, no sirve, no me sirve y me niego a que facilite mi entrada al día, desde el estrés, afortunadamente no ha sido mucho tiempo, porque el que no falla es el hábito que vive en el cuerpo. 

Decido buscar un despertador que no haga tic tac, y que me asegure que sonará cada mañana sino me despierto yo antes y lo apago. 
Ahora sobre mi mesita de noche, despertador tradicional, un libro y nada más. A ello se suma que ya no me dejaré la vista consultando lo correos pendientes, mirando el facebook o simplemente haciendo una partida de apalabrados. El teléfono se ha convertido en algo imprescindible que no considera que si pongo una hora para despertarme es vital, mi despertador de la adolescencia, hasta cuando lo tiraba al suelo, leal me llamaba cada mañana para que comenzara el día con buen pie y pudiendo hacer las cosas como me gusta, con tiempo y dando gracias a Dios por amanecer un nuevo día, y no, maldiciendo con improperios a la telefonía actual. 
Pongan un despertador en su mesita de noche, y además de despertarse sin contratiempos, las noches serán más relajadas porque no tendrá ocasión de dormir entre los correos del trabajo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dedicar tu tiempo a comentar este espacio abierto al mar.