lunes, 19 de octubre de 2015

CUANDO TRAGALGAR SE APAGA. La mañana huele a mar.



Quiero entrar en el mar desnuda de mi cuerpo, 
viajar entre mi piel repartida sobre las rocas.

Llega la madrugada a la cueva de mi vientre, 
el sol busca la ruta de los pasos en mis pupilas.

Como las luces de los faros brillan mis poros,
los barcos hundidos hondean en mis caderas.

Se enredan mis brazos como las redes del mar,
los pasos anuncian el viaje de vidas partidas.

Sirena ciega que se baña en el océano que diviso.
Arrastro los lamentos, los escupo en el camino,
engullo los desvelos del tiempo y en ello sigo.
Elevada sobre el mar lejos de la luz me resigno,
con la soledad regalada llevo mis pasos cogidos.

El ayer me contemplaba callada y sin destino,
la noche no quiso abrigar lo sueños del insomnio.
Hoy el aire es corneta del día que llega sin vestigios.



"La primera mañana del camino, el cuerpo no ha podido dormir, aunque la imaginación ha soñado todo lo que ha podido, en mi cuaderno no puedo apuntar nada, la emoción me precipita al camino, y es cuando el amanecer, el viento frío y el olor a mar, me recuerdan que al menos yo no tengo palabras para describirlos" 
"Comienza el camino, soltando lo que no puede ser y guardando algunas piedras del sendero en los bolsillos, amuletos o fiel recuerdo de lo que allí decidí soltar o adquirir"

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